viernes, 26 de noviembre de 2010

HACIA LA CONSTRUCCION DE LA TENDENCIA DE IZQUIERDA SOCIALISTA EN EL POLO ALTERNATIVO DE COLOMBIA

El PDA enfrenta el reto de trascender su condición de ser solamente, un acuerdo político electoral de diferentes fuerzas y organizaciones políticas; por lo tanto sus acciones deben encaminarse hacia la construcción de un verdadero partido de izquierda democrático y socialista. Es una alternativa viable frente a la actual crisis, para ello es necesario abrir un amplio y profundo debate sobre el tipo de partido que necesitamos en esta época de ofensiva social y política de la derecha, y de reflujo del movimiento de masas en Colombia.
Mientras que en América Latina se vive un renacer de la esperanza y en Europa los trabajadores testimonian su disposición a la resistencia (a pesar de su dirección política), la mejor manera de participar e incidir en un debate de tal naturaleza, es propiciando la constitución de una tendencia socialista que posibilite el paso del capitalismo de este país al socialismo, para ello se plantea el agrupamiento de todas las corrientes y círculos dentro del Polo. Razón por la cual, es inaplazable dar el paso hacia su conformación con el fin de lograr identidad ideológica, política y cohesión organizativa.
Para avanzar en este objetivo, proponemos un método de construcción que tome en consideración tres presupuestos de unidad entre los socialistas:
1. Identidad en la lectura de la coyuntura nacional y en la elaboración de una táctica de intervención, para que el Partido se convierta en actor de convocatoria e iniciativa en el ejercicio, no solo, de la oposición al gobierno de Santos, sino además en la perspectiva estratégica de ser alternativa de poder con el apoyo social popular.
2. Identificar los actuales retos y desafíos del POLO, para que desde nuestro accionar logremos revertir la crisis política y organizativa que existe, y se relance el partido a partir de un plan de acción concertado, que pueda ser discutido y aprobado en la Junta Nacional, para crear unas nuevas condiciones y criterios hasta la realización del Tercer Congreso del PDA en el 2011.
3. Construir los ideales programáticos de unidad sin la pretensión de forzar el proceso de identidad de los participantes en la presente reunión, dando paso a posteriores desarrollos y consolidaciones a través de una agenda de eventos de debates programáticos, que nos permitan preparar concertadamente los distintos eventos del partido y la participación en el Tercer Congreso del POLO.




Una breve mirada de la coyuntura política nacional

La coyuntura política nacional está marcada por la posesión de J. M. Santos como Presidente de la República y el inicio de un nuevo gobierno. Hacer una caracterización acertada del significado de este hecho político es indispensable e inaplazable para que el PDA pueda orientarse y conducirse en el próximo período, definiendo para ello una acertada estrategia y táctica de acción política.

La elección de J. M. Santos como Presidente de la República, se da en un contexto de deterioro progresivo de la situación política interna del país, provocado por la ofensiva militar contra las guerrillas, la violación de los derechos humanos, la crisis institucional del Estado y la impunidad en los crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, cometidos por los paramilitares. Todo lo cual, produjo el desprestigio de la política de seguridad democrática y contribuyó a agravar la crisis social generada por la aplicación despiadada de las políticas económicas neoliberales.

El inicio del nuevo gobierno vino a coincidir igualmente con las reticencias del Congreso de los EEUU y el Parlamento Europeo, al ratificar los Tratados de Libre Comercio negociados con Colombia, así como la ruptura de relaciones con los Gobiernos de Venezuela y Ecuador, indicativo todo ello que Colombia está lejos aún de haber saneado su situación interna, creado las condiciones sociopolíticas favorables para la inversión y los negocios con el capital internacional y con otras naciones.

Entre nosotros no deben existir dudas que el Gobierno de Santos, está comprometido en conservar el modelo neoliberal como patrón de acumulación y reproducción interna del capital, así como también en lograr su pronta articulación con el capital y los mercados internacionales. Pero, tras el relativo fracaso de Alvaro Uribe en la creación de las condiciones internas para lograr esto último, Santos enfrenta el desafío de tener que volver a consensuar las condiciones de orden socio político internas, que le permitan lograr tal propósito, ensayando procedimientos, énfasis y estilos diferentes a los seguidos por su antecesor.

Es en función de tal cometido, es que el Presidente ha llamado a la conformación de un Gobierno de Unidad Nacional, que será no simplemente un instrumento de gobernabilidad, sino sobre todo, la expresión de un acuerdo político fundamental sobre las readecuaciones institucionales del Estado y el régimen político, así como el mejoramiento de la situación socio-económica de los sectores privilegiados, asegurándoles un clima favorable en la prosperidad de sus negocios.





En la conformación del Gobierno de Unidad Nacional, Santos ha logrado comprometer al conjunto de las fuerzas políticas del país, con la excepción del PDA, su proyecto ha recibido el apoyo de los gremios empresariales, de las iglesias y los medios de comunicación. La vinculación como formula vicepresidencial de un ex sindicalista y ex dirigente de izquierda le ha permitido al nuevo Presidente de la República, cooptar incluso el apoyo de una franja del sindicalismo y enviar un mensaje tranquilizador a los Gobiernos de Europa y Norteamérica.

J. M Santos ha anunciado además que su gobierno será el de la Prosperidad Democrática. Con tal anuncio el Presidente ha querido poner de manifiesto no sólo el propósito de rescatar la credibilidad ciudadana en las instituciones centrales del Estado, sino también la necesidad que tiene el establecimiento de tender puentes e implementar políticas que reintegren a los servicios sociales del estado a las personas que han sido marginadas y excluidas por efectos de la guerra y la aplicación de las políticas económicas neoliberales de los últimos gobiernos. El tono incluyente y conciliador empleado por el Presidente en su discurso de posesión, así como el anuncio de un conjunto de propósitos en materia de política social denotan un cambio sustancial en las prioridades de la agenda gubernamental.

Santos ha manifestado que la política de seguridad democrática y la ofensiva militar contra las guerrillas tendrá continuidad durante su gobierno, pero no será su prioridad. En su lugar, estarán las iniciativas tendientes a hacerle frente a la profunda crisis social que vive el país. El propósito evidente es evitar que la crisis transite a eventuales situaciones de conflictividad político social que pongan en riesgo al sistema o altere el clima de los negocios. No de otra manera podrá entenderse el pronunciamiento casi que clamoroso, del Presidente Santos en el sentido que su gobierno será respetuoso tanto de la ley como de la Constitución, y como consecuencia de ello asume el compromiso del respeto de los derechos humanos y la observancia del principio republicano de la separación e independencia de los poderes públicos o su compromiso con los pobres, a quienes prometió solemnemente no defraudar durante su Gobierno, ofreciéndoles la creación de tres millones de empleos formales con salarios y prestaciones sociales dignas, así como la implementación de ambiciosos planes de vivienda, acceso a la salud para todas las familias y educación de calidad para los jóvenes.

De otra parte, lo anunciado con respecto a los desplazados y víctimas de la violencia, a quienes el Presidente ha manifestado su disposición de trazar una política encaminada a lograr el retorno a sus lugares de origen, restituyéndoles sus propiedades y facilitándoles crédito y asistencia técnica, acogiendo con ello el sentido de una propuesta de campaña lanzada por el candidato presidencial del Polo. Así como la política indemnizatoria o de reparación para los familiares de las víctimas del conflicto, incorporando en esta materia una iniciativa del liberalismo oficialista.

En este contexto, el anuncio más inquietante del Presidente viene a ser, no obstante, su decisión de darle continuidad a la política de seguridad democrática, en el sentido de mantener la ofensiva militar contra los alzados en armas, sin descartar la posibilidad de una negociación con los mismos, siempre y cuando éstos cumplan determinadas condiciones. En relación con esto, Santos enfrenta el reto de darle continuidad a la guerra contra los alzados en armas sin que tal decisión conlleve irrespeto alguno de la soberanía de otras naciones, ni violación de los derechos humanos, ni persecución de los defensores de los mismos, como tampoco la estigmatización y victimización de la oposición de izquierda y de los sindicalistas.

Sin duda alguna, la brutal ofensiva militar del Gobierno de Uribe contra las guerrillas logró asestarle golpes certeros a los alzados en armas, especialmente a las FARC, y la política de seguridad democrática reportó mejoras relativas en materia de seguridad para algunos sectores de la sociedad. Tampoco podrá negarse que la correlación de fuerzas militares hoy en Colombia, es altamente favorable a las fuerzas armadas del estado en el largo conflicto con las guerrillas; situación ésta que deja al gobierno actual en una situación ventajosa para proseguir la guerra contra éstas o para imponerle condiciones, en un eventual escenario de negociaciones. El hecho cierto es que, el anuncio del Gobierno en los términos en que lo ha hecho, permite que el tema de la guerra y la paz con los alzados en armas cobre vigencia y se agite de nuevo.

Tal es la situación política del momento actual, con el agravante que la correlación social y política de fuerzas continúa siendo altamente desfavorable para nosotros los de abajo y los de la oposición; puesto que el Presidente de la República comienza con una gran popularidad entre la opinión pública nacional y las masas populares en su gran mayoría aún no están de nuestro lado.

El Polo y los desafíos de una política de Izquierda
Aún no se ha hecho el balance del PDA en relación con la pasada coyuntura electoral. Debería hacerse. Por ahora lo que conocemos son declaraciones con respecto a los acontecimientos que la propia coyuntura iba arrojando, y desde luego frente al nuevo gobierno del presidente Santos.

El balance debe hacerse, no sólo por lo que debe aprenderse de lo ya ocurrido, sino especialmente por lo que sigue. Si el balance electoral se hace en términos de resultados finales, es inevitable la amargura. Para un partido como el PDA, que ha convertido las elecciones en su principal estrategia de acción política, los resultados electorales fue un rotundo fracaso. En el 2010 no somos gobierno, como optimistamente se vaticinó luego de las elecciones de 2006. Incluso, retrocedimos en términos de votación obtenida. Con un costo político adicional muy alto: resquebrajamiento de la unidad política y pérdida notable de influencia política en sectores importantes de la ciudadanía, especialmente en Bogotá, epicentro político del país, y en sectores sociales organizados de los de abajo.

La campaña electoral presidencial estuvo al borde del colapso. Un candidato errático en la primera fase, queriendo parecer de centro-derecha, progresivamente aislado del partido, finalmente enderezó el rumbo. Aunque hizo una muy buena campaña en la segunda fase, ya era demasiado tarde. En política, sobre todo en campaña electoral, tiempo y audacia casi siempre van de la mano. Se ganó en audacia pero se perdió demasiado tiempo. El Polo no quedó en las tablas, pero sí seriamente resquebrajado.

La votación que obtuvo en la primera vuelta de las presidenciales, aunque no alcanzó para la segunda, fue digna. Fue esto lo que evitó en parte la desbandada que ya estaba en curso. Las declaraciones frente a la candidatura de Mockus ayudaron a levantar el perfil y afirmar la dignidad e identidad política. Más eficaz hubiera sido, sin embargo, si, en vez de avalar dos opciones frente a las presidenciales de segunda vuelta, se hubiera optado por una de ellas, especialmente por el voto en blanco, sin duda más emblemático de ilustración política que la simple abstención electoral.

Pese a todo, es evidente que hay un espacio político de la izquierda, existe una izquierda en la opinión política en Colombia; pero aún falta mucho para ampliarla y sobre todo para traducirla en fuerza política (electoral o no). De ahí que sea crucial para el Polo la coyuntura que se abre con la elección de Santos como presidente para 2010-2016.

La declaración de oposición política frente a la convocatoria de un gobierno de unidad nacional planteado por Santos es un buen comienzo, lo mismo que la exigencia de un estatuto de la oposición, pero no es suficiente. Para empezar, es necesario que todas las tendencias dentro del PDA la asuman y la desarrollen; aquí empiezan de nuevo los escollos, los mismos que nunca se pudieron superar exitosamente frente a las perversas acusaciones del gobierno de Uribe al Polo: ser bafle de las guerrillas.

Las declaraciones del excandidato presidencial del POLO y su postura de establecer acuerdos con el gobierno, aunque sea sobre materias tan sensibles como resarcir a las víctimas del paramilitarismo y el terrorismo de Estado y una política de tierras, es errática, y pueden contribuir más a la confusión que a la claridad política. Ponen en riesgo la unidad del PDA y horada su postura de oposición. Si se hace un ejercicio de memoria es importante recordar que a la Unión Patriótica la acabaron con los asesinatos y el exilio de sus líderes, a la AD-M19 con discursos y señuelos de gobernabilidad, Al PDA después de 2006, lo diezmaron con el autoritarismo y macartización.

Como es sabido, una de las funciones del poder ha sido siempre, no sólo organizar la dominación de los poderosos, sino desorganizar a los de abajo, con represión o cooptación. En la coyuntura actual ninguna de las dos opciones está descartada. Pero mal haría el propio partido de los de abajo con facilitar la tarea. El riesgo de la “audacia política”, tal como se presenta en las posturas del excandidato presidencial, es que termine convirtiéndose en audaz estrategia de gobernabilidad, no de los de abajo sino de los poderosos: esos que bastante bien representa el gobierno de Santos.

Las declaraciones recientes del excandidato presidencial del Polo sugieren que existe un acuerdo con el gobierno de Santos, aunque no lo ha hecho explícito. Sería, algo así como la “cuota” del Polo al acuerdo de Unidad Nacional. Todo a espaldas del Partido. Más recientemente, a motu propio, el excandidato presidencial, junto con un representante y un concejal del Polo, se autoconstituyeron en comisión de investigación de supuestos actos de corrupción de la administración municipal del Alcalde Samuel Moreno de Bogotá, saltando toda instancia de discusión política en el Polo, violando flagrantemente sus estatutos, y lo peor: favoreciendo la campaña de división y desprestigio de la derecha contra el Polo. Todos estos hechos y actitudes por parte del excandidato presidencial y su corriente democrática, no son aislados, sino que constituyen una tendencia política decididamente antipolo, que lo ponen de hecho por fuera del Partido. De este modo, el PDA, que se había convertido en el proyecto político más avanzado de la izquierda en Colombia en toda su historia y con posibilidades de desafiar el poder tradicional de los poderosos, queda seriamente debilitado. No liquidado, pero casi. La crisis actual puede ser entendida como una crisis de entendimiento entre fuerzas políticas dentro del Polo. Pero en realidad, puede ser peor. Sus alcances es seguro que arrasaran o por lo menos debilitaran por mucho tiempo el espacio político que había logrado construir en estos últimos años. No es descartable que sectores importantes de opinión, crítica e ilustrada, caiga nuevamente en el sopor, la apatía y la pasividad, o engrose las filas de partidos como el Verde. Es lamentable.

Sin embargo, se puede ir contra corriente y refundar el proyecto de izquierda sobre la base de lo conquistado. Para empezar, es urgente que se adelanten las investigaciones correspondientes dentro y fuera del Polo acerca de las denuncias de actos de corrupción de la alcaldía de Moreno. Es inaudito que un partido que surge contra los vicios de la politiquería despierte la menor sospecha de incurrir en prácticas tradicionales del establecimiento. La ética de lo público es un campo estratégico en el cual el Polo no debe ceder el más mínimo terreno. De los resultados de estas investigaciones se apliquen las medidas correspondientes. Es urgente que el Polo desautorice los pactos de gobernabilidad del Alcalde Moreno con el uribismo y sectores de la derecha para el gobierno de la Capital del país, y aplique las sanciones políticas que a ello da lugar. Es un contrasentido que gobernemos con los que estratégicamente antagonizamos en la dirección del Estado y la sociedad.

Contra lo que muchos esperábamos, el Polo no pasó de ser una coalición electoral de fuerzas, para hacer lo que hasta ahora ha hecho regularmente: política electoral. Para refundar el proyecto, será necesario “revolver y volver a repartir”. Muchos queremos un partido diferente al que hasta ahora ha sido, queremos un Polo realmente alternativo de la política en Colombia. Pese a la crisis, no hay que partir de cero. Existe un programa, que es el ideario de Unidad, el cual hay que defender y enriquecer. Por otro lado, necesitamos un Polo que trascienda el escenario de la simple coalición electoral de fuerzas de izquierda para convertirse realmente en un partido de tendencias, en el que se diluyan las viejas estructuras de partidos y funcionen los comités de base como las únicas instancias de pertenencia al partido. Pero sobre todo, necesitamos un partido que rehaga la política.


El afán de gobierno debería sustituirse en el Polo por el afán de politización de sus filas, por supuesto, pero especialmente de los de abajo, para avanzar en esa dirección conviene repensar desde ya su estrategia de acción política y de poder. Se requiere de una politización que irrigue los múltiples vasos comunicantes de las luchas de resistencia de los de abajo; no solamente desde el parlamento y las campañas electorales, sino principalmente desde acciones concretas y cotidianas de resistencia en los barrios, las escuela, las universidades, las fábricas (las que aún quedan), los convites, las mingas, y en todos los espacios de multitudes y de pequeños encuentros.

Posiblemente así estaremos reconstruyendo una estrategia que va desde abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo, y también una forma diferente de concebir y hacer la política. Pensar en las próximas elecciones, sin duda, pero más estratégicamente, es pensar en las luchas sociales por venir, que requieren ser politizadas. No estrategias de gobernabilidad sino de resistencia. Esta puede ser la vía para refundar la izquierda y el PDA como su producto más preciado hasta ahora.

En función de darle perfiles a esta estrategia de resistencia, el Polo debe comenzar afirmando su unidad en torno al siguiente postulado: lo que le confiere sentido al Gobierno de J. M. Santos, es su decisión de crear un ambiente social, político e institucional favorable a la consolidación del modelo neoliberal como patrón de acumulación y reproducción interna del capital, y su articulación con el capital y los mercados internacionales a través de los TLC negociados por el gobierno anterior. Lo que equivale a decir que el nuevo Gobierno no es, ni será un gobierno reformista comprometido con las grandes transformaciones socioeconómicas en favor de los asalariados y excluidos. En esto no debe haber dudas entre nosotros.

En consecuencia, el PDA debe descartar cualquier posibilidad de participación o acuerdos políticos fundamentales con el nuevo Gobierno; es probable que la mayoría de las iniciativas del gobierno se tramiten por la vía del Congreso de la República., Así nuestros parlamentarios sean de calidad y entereza para el debate, el control político y la denuncia del régimen, no tendrán la posibilidad de revertir estas políticas, puesto que como es sabido por todos en esta corporación tenemos una representación minoritaria; no podemos ser ingenuos al pensar que la sola actuación de ellos sea suficiente para detener la aprobación del plan gubernamental.

Por lo tanto, es preciso y urgente que el POLO llame a todos sus militantes, simpatizantes y adherentes para preparar y organizar la fuerza de los de abajo, adoptando para ello una directriz que le permita vincularse al trabajo de reorganización y unificación de los diferentes movimientos sociales para la defensa de sus propios intereses. Es el trabajo combinado entre acción parlamentaria y la organización de la lucha de resistencia, los garantes que permitirán develar el alcance demagógico y epidérmico del compromiso del Presidente con los pobres y los desplazados. Sólo ese trabajo, acompañado de una enorme labor de propaganda y agitación, el que permitirá ganar para nuestro lado y nuestra causa a la gran mayoría de los pobres y excluidos.

Actuar en la dirección indicada exige del Polo un acelerado proceso de reorganización interna, que conlleve al restablecimiento de su unidad de mando, unidad de la dirección y unidad en la acción. Pero exige igualmente, una acertada identificación del centro de gravedad del conflicto social y político del país en esta coyuntura y con ello establecer las consignas políticas que logren convocar y movilizar la resistencia de los de abajo.

Las fuentes de identidad
Como fuentes intelectuales y teóricas de nuestras identidades podemos decir que es común en nosotros el marxismo clásico (Marx. Engels, Lenin), los aportes de la Oposición de Izquierda en la ex URSS (Trotsky), las obras de Rosa Luxemburgo, Gramsci, Ernest Mandel, la Escuela de Frankfort, la historiografía marxista, y el pensamiento crítico latinoamericano desde José Martí, Fidel Castro, el Che Guevara, Carlos Mariategui, Paulo Freire, Luis Vitale, Ignacio Torres Giraldo, Camilo Torres, Fals Borda, entre otros, que son inspiradores de nuestros ideales programáticos y estratégicos.

De manera general podemos decir que nuestro programa de izquierda socialista puede tener unas ideas fuerzas:

- Anticapitalistas en la solución a la crisis humana y civilizatoria que padecemos en Colombia y el Mundo.

- Un tipo de Estado de orden comunal (Estado Comuna), o República de Obreros y Campesinos como estrategia para superar el orden burgués.

- Socialismo con libertad social e individual, democracia radical en lo económico, político, social, cultural como ejercicio del poder desde la nación, la región y lo local (autoorganización y control social).

- Una solución negociada del conflicto armado con las guerrillas de las FARC y ELN.

- Respeto a los derechos sociales y humanos como garantías para el desarrollo y bienestar social e individual.

- La huelga general y la insurrección como método estratégico para la toma del poder y la revolución.

- Apoyo en los procesos de integración política, económica, social y cultural en América Latina a través de UNASUR, ALBA, Banco del SUR, entre otros.

- El internacionalismo como apuesta para la acción solidaria y la construcción del socialismo.

- El Ecosocialismo desde una perspectiva de no culto al desarrollismo “para la cual la hipótesis principal es el cambio cualitativo del desarrollo: poner fin al gasto monstruoso de recursos por el capitalismo, sustentado en la producción a gran escala, de productos inútiles o dañinos: la industria de armamento es un ejemplo evidente. Se trata, por consiguiente, de orientar la producción hacia la satisfacción de necesidades auténticas, empezando con esas que Mandel designó como "bíblicas": agua, comida, vestido, alojamiento”. (Michel Lowy).

- Articulación de reivindicaciones democráticas con soluciones socialistas a las necesidades sociales y para la movilización popular (Programa de transición).

- Una organización partidaria centralizada y democrática como medio para la toma del poder.

- Apoyo a una organización internacional de partidos para la acción mundial contra el capitalismo, como lo es la propuesta de V Internacional.

Derecho de Tendencia

La construcción de la tendencia socialista implica abrir los espacios institucionales del Partido, mediante la reglamentación de este ejercicio democrático para lo cual debemos retomar el proyecto de resolución que fue planteado antes del Segundo Congreso y llevarla a la Junta Nacional de noviembre.

Lo anterior debe ir a la par con la puesta en marcha de los Comités de Base Sectoriales en todos los departamentos, distritos y municipios como la única instancia donde se desarrolla, y se hace efectiva la militancia partidaria.

Esta decisión no puede constituirse en una proclama para los días de crisis, debe significar la disolución de partidos y movimientos que dieron origen al PDA, puesto que después de cinco años de haber sido constituido el POLO, son un obstáculo para su consolidación como la única expresión de la izquierda legal y de masas en Colombia.

Es decisión de la Junta Nacional poner orden, hacer realidad la unidad orgánica y efectiva la existencia de la estructura de base que supere el Frente de Partidos, a lo que esta reducido en la actualidad el POLO, y de igual manera superar la unidad de acción de las Coordinaciones Nacional, Departamentales que están supeditadas a las decisiones suprapartidistas de los Comités Ejecutivos y estructuras partidistas

Medellín, Noviembre de 2010


CIRCULOS SOCIALISTAS DE ANTIOQUIA